lunes, 26 de agosto de 2019

Anhedonia

A veces me voy, como las olas, como el Mar que siempre vuelve.
Me voy porque me inundo del mundo que me abruma y me salpica de historias vanas o dolorosas y necesito, como el agua, retirarme de la orilla para danzar en mar abierto.
Hasta allí no llegan los barcos, en el fondo solo hay silencio y colores bellos y el horizonte está al alcance de mi mano.

Me imbuyo de arte para reconciliarme con la vida.
Música, imágenes, palabras ordenadas...

En el proceso de sístole y diástole que es la Vida a veces esas pulsiones llevan ritmos diferentes y hay que entrenar.
Para no quedarse atrás y para frenar cuando parece que hay que correr.

Ser un ser sensible me dotó de cientos de particularidades, como a tantos otros, acompañadas éstas de su correspondiente opuesto, y dependiendo del momento disfruto de algunas y remo con otras.

Me gusta sentir.

Disfruto cuando el Sol toca mi cara, cuando el agua de la ducha me limpia de un día denso, repiqueteando en la piel y salpicando la pared.

Me fascinan las tormentas de verano y acostumbro a que ocurran milagros en esos momentos a mi alrededor.

Adoro ser capaz de ver belleza en casi cada rincón del planeta y como me llega tan hondo que me funde con el Todo.

Me río cada vez que mi pelo hace cosquillas a mis brazos desnudos en el balanceo del caminar.

Cualquier olor despierta en mí un millar de sensaciones.

La voz de una persona me puede alegrar el día porque veo las vidas que hay detrás de esa vibración concreta.

Me penetra la Luz de un bebé en brazos, con su serena inocencia y su respirar ausente de miedo.

Lloro a mares porque siento que me traicionan o porque me siento abandonada y sin consideración hacia mi sentir.

Porque presencio un amor o una muerte.

Porque sé que tocan días y noches negras.

Me abrocho en abrazos sentidos, entierro mi cara en pechos que me abrigan y descanso en la energía del otro que se hace mía también.

Hago el amor con amor y con deseo.

Y me elevo hacia el infinito disfrutando de sabores, olores, sonidos, caricias y latidos.

Soy un alma en un cuerpo y por eso no me olvido de cuidar sus experiencias materiales también.

El olvido de la materia nos invisibiliza y nos transforma en seres incompletos que cantan mantras en solitario mientras se quema el Amazonas.

Cada vez estamos más lejos para tocarnos y más cerca para rezarnos.

Estamos pasando de extremo a extremo, de un excesivo culto al cuerpo y lo material a encontrarte seres que, alcanzados por el deseo de eternidad e iluminación, se olvidan del trino que nos conforma: cuerpo, mente y espíritu.

Se vive en lo etéreo y se producen desequilibrios.

Constantemente.

Creo que lo más complicado de esta vida terrenal es el equilibrio y encontrar personas que sean conscientes de ello.

A los que percibimos la vida principalmente a través de los sentidos se nos denomina kinéstesicos.
Ya los filósofos antiguos debatían sobre fiarnos o no de nuestros sentidos y de si esa percepción era la realidad en sí.
Para un kinéstesico no existe duda.
Por los sentidos se vive y de ahí se configura nuestra realidad.

Por eso, hay temporadas que una se sabe pero no se encuentra del todo.

Vive, un día tras otro, todo parece normal.

Empieza a asomar la monotonía, el cansancio y la tristeza.

Lo achacas a tus circunstancias, esas que te dejaron molida hace unos meses.

Es normal. Te dices.

Las emociones se están recolocando, aún estás tocada, tardan más en recomponerse de ciertos vaivenes.

Y pasan los días.

Algunos mejor pero casi todos peor.

Pero tú no sabes que es peor.

Tú solo estás.

Tu cuerpo mortal y tu espíritu aparentemente, está.

Hasta que alguien que te conoce bien te hace algún comentario sobre placeres terrenales:
lo bien que sabe esa comida,
la risa que le da tal chiste,
lo guapo que es aquel que acaba de pasar.

"¿Quién?"

Joder.

De repente te caen todas las fichas de golpe.

Desde cuando no miras a un hombre con ojos de deseo,
desde cuando no sientes tacto de nadie, desde cuando no disfrutas de la comida como lo hacías antes,
desde cuando no compartes sexo con nadie.

Coño.

Estás apagada, marchita, esa no eres tú, o no quieres serlo.

Anhedonia.

Es la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades.
Se considera una falta de reactividad a los estímulos habitualmente placenteros.

Y una ahí creyendo que eso era la vida, no recordándose de otra manera, rodeándose e impregnándose de pura superficialidad llenita de miedos y desconsuelo.

Hay mucha gente que vive en continua anhedonia y no lo sabe.

Creen que así es la realidad, como a veces sienten dolor, creen que es normal, que sí que sienten.

A veces se ríen.

A veces se acuestan con personas.

A veces creen que ese plato que les alimenta les nutre porque tiene sabor.

Pero no es verdad.

Es como la escena de Matrix.

Quién ha puesto este sabor al filete, quién me dio esa caricia que parecía real, quién me ha robado el mes de Abril...

Hay que tener ganas, fuerzas y valentía para salir de un estado de anestesia epidural.

Ojos abiertos y piernas dormidas.

La mente se puede volver loca intentando cacharlo.

Por eso saberse y recuperarse lo es todo.

Yo no concibo mi vida sin sentir.

Otras alegrías, otras penas, otras pieles, otros brazos, otros tactos...

Es darse amor y sentirse vivos.

Y el resto de las pegas mentales son más miedos y darse con medidas que otra cosa.

A mí déjame sentir.

Y si puedes, siente tú también.

Antes de que tu cuerpo no responda ni al cariño más bello,
con la intensidad que se merece.





domingo, 18 de agosto de 2019

Eternos

Diego me contaba cuentos al oído para dormir cuando la ansiedad me invadía tanto que me paralizaba.
Así me hacía pensar en otra cosa, me llevaba a otros mundos, me sacaba el foco de dónde me consumía, o al menos lo intentaba.
Cuando estuve hospitalizada y nuestra relación de pareja había acabado, estuvo noche y día la mayor parte del tiempo, durmiendo en la combinación de dos sillas mal puestas.

Miguel me ofreció su casa y sus brazos para refugiarme de dónde yo no quería estar, para ayudarme a escapar del dolor (como si eso se pudiese, como si no te persiguiera).
Me dio comida, cariño y hogar cuando yo había perdido el hambre, el amor y mi lugar.
Me acompañó a viajar para escapar de la desesperanza, degustó conmigo gastronomía de mil lugares sabiendo que con ese placer olvidaba yo un poco de mi sufrimiento.
Vimos obras de teatro, películas y monólogos para arrancarme la risa que me alejaba del abismo.

Raúl me preparaba el combinado inyectable que me sanaría, junto a su cariño, durante meses, cuatro veces al día, y se despertaba para dármelo.
Tambien me abrazaba cuando había tenido un día pésimo y cuando no, los primeros con más fuerza, y se pasaba así toda la noche.

Marta escucha con paciencia y serenidad mis momentos más oscuros.
Donde yo casi ni me reconozco y me avergüenza que otros lo hagan.
Y sigue ahí.
Calmada, sin juicios y amorosa.

Mi madre estuvo durmiendo un mes y medio en una cama que no era precisamente cómoda para que yo descansara de dolores de cabeza y alma infernales.

Mi padre rompió su coraza de hombre invulnerable para cogerme de la mano y preguntarme tierno qué podía hacer por mí.

Abel me fue a buscar y a llevar a mi casa durante tres años sin poner ni un pero en todo ese tiempo ni jamás echarlo en cara.

Lara me compartió su mundo entero cuando yo solo comprendía una pequeña parte del universo en general y me sentía ajena a todos.

Celia me salvó la vida como Robin Williams se la salva a Will Hunting.
Con mirada compasiva y esencial, con oído amable y sensible, con atención plena y cuidado tierno, con sabiduría amable y lenguaje simbólico y ancestral.

A todos ellos y a muchos más estoy agradecida de por vida y muerte.

Con todos ellos también he reído hasta llorar, nos hemos disfrutado como niños llenos de luz e inocencia, nos hemos besado, bebido, bailado y abrazado como si fuera la última vez.
Hemos vivido.
Intensamente.
Como se viven las historias que importan.

Algunos de ellos ya no están presentes en mi día a día.

Y, sin embargo, si nos fijamos en todos esos detalles que en realidad son millones...¿quién puede negar que el Amor está en su vida?

Mucha gente se empeña en ver odio y en olvidarse de lo que siempre está presente.

De una manera u otra, al relacionarnos íntimamente, inevitablemente nos damos, porque, simplemente, así somos en esencia.

Y cuando se relajan los miedos, cuando los perdemos de vista por un rato, cuando nos despistamos o los apartamos conscientemente, nos sorprendemos cuidándonos de una manera que da paz, que nos conforta, nos recoge, nos abraza.
Con detalles aparentemente nimios, que son, como en todo, lo que hace la diferencia entre estar aquí de paso y saberse eternos.

A todos los que me habitaron y habité.

Gracias por amarme.

Os amo.

Siempre.

Como no puede ser de otra forma.


jueves, 15 de agosto de 2019

Para qué

Hay días que crees que el mundo es perverso y que a ti solamente llegan esas reminiscencias.

Sabes que no.
Que no es realidad y que tu verdad se verá revelada.

Hay días jodidos.
En los que no estás dispuesto a creer que el mundo es por y para ti, y que tú formas parte de él.

Y a la vez recibes un mensaje de un amig@: 
Estoy mal.
Me siento triste.
¿Quieres que pase a verte?
¿Vienes a tomar un café?

La vida es compleja y simple a la vez.
Todos estamos conectados.
Y cuando así lo vives, no puedes por menos que creer que es algo maravilloso.

Y te emocionas.

Porque les quieres y sabes que esa es su manera de decirte que también te quieren.

Gracias a que estamos aquí y nos entendemos y queremos entendernos.

Gracias a que sabemos que cuidarnos es una tarea que alivia y sana.

Así llega una llamada, un abrazo, un querer, que no se explica con palabras, y a veces ni siquiera se explica en el consciente.

Ámate y serás amado.

Lo demás, para qué.



martes, 13 de agosto de 2019

Milagros

No sabes que te quiero porque de las veces dichas creemos que ha perdido fortaleza e intención.
Que lo decimos por decir: "te quiero, besos."

Pero el caso es que yo sí que te quiero.

Pero de verdad. De verdad de la buena.

Te quiero porque lo siento.

Me sale del corazón a los pulmones y a los poros, por la boca en risas y besos y en lágrimas por los ojos.
Cuando te abrazo y cuando no.
Cuando me dueles en la lejanía.
Cuando me alegro de tu disfrute, cercano y merecido.

Me conmueve tu esencia y ahí también te quiero más.

Hay a quien no le importa, a quien no le llega,  quien no le da valor y quien no lo reconoce ni lo acoge.

Suerte para ellos.

Y hay quién sí lo nota, lo siente, te siente el corazón y el alma.

Y se emociona silencioso en su noche del alma herida al quererte también y saberse querido y en casa.

Hogar es una palabra hermosa.

Cuando alguien es hogar no hay que explicar nada más.

El hogar donde uno se exalta y se derrumba.

Sin temores, sin pensares, donde uno se abandona en los brazos del otro, dejándose caer sabiéndose bien recogido.

Esos hogares existen en el universo, son espacios únicos y repetidos.
Puertas al cielo que algunos afortunados cruzamos y vivimos.

Ojalá tengas muchos hogares.
Donde no necesites traducir tu espíritu, dónde tu lenguaje sea sencillo y puro.

Donde te sientas escuchado y acompañado. Querido. Amada.

A pesar de a veces no quererte apenas tú.
De estar bajo mínimos en autoestima, en reconocimiento de ti.

Ojalá compruebes que te amo.
Que sientas todo ese amor y esa luz que deseo que te llene desde dentro para fuera, y cuando lo necesites, también al revés.

Te quiero y no lo creemos.

Es un milagro quererse.

Es un milagro el Amor en los tiempos del ego.

Celebrémoslo ❤️

Porque amar es el único milagro que nos queda en este mundo que está casi al borde del colapso


MILAGROS

Las nubes se alejan
cuando te ven
La lluvia no se atrevería
a caer cerca de ti aquí
Los milagros suceden
cuando estás cerca

De alguna manera la hierba es mucho más verde
Los ríos fluyen más rápido y más limpio
Estar contigo
sin importar dónde
la luz del sol se rompe

y de repente hay

Un cielo más azul
siempre que estés cerca
Siempre traes
un cielo más azul
un día más brillante

El trueno está en silencio ante ti
Las rosas florecen más para adorarte también

Los milagros suceden
cuando estás cerca

La puesta de sol es más profunda y más larga
El aroma del jazmín es más fuerte
Los perros callejeros no muerden
Los pájaros empiezan a cantar
Los rayos no se atreven a romper

De repente traes
Un cielo más azul
siempre que estés cerca

Siempre traes
un cielo más azul
un día más brillante

Los pájaros vuelan
aún más alto en el cielo
El sol brilla
Es un nuevo día

Estar contigo
sin importar dónde
la luz del sol se rompe
y de repente hay

Un cielo más azul
siempre que estés cerca

Siempre traes
un cielo más azul
un día más brillante

(Los milagros suceden)

Los pájaros vuelan
aún más alto en el cielo

(Los milagros suceden)

El sol brilla
Es un nuevo día

(Los milagros suceden)

El sol brilla

Es un nuevo día

jueves, 8 de agosto de 2019

En línea

Las 6 am.
Joder, y tú con este sueño.
Nada, que no hay manera.
A la 27 vuelta y la sábana del revés coges el móvil y van sucediéndose las fotos.
Todo el mundo de vacaciones.
Y tú aquí y con insomnio.
Ideal.

Entras al whatsapp y, sin querer, porque ya le has borrado, tantas veces borrado y archivado, que es sin querer, por supuesto, que le buscas y llegas a él.

Está en línea.
¿Qué coño hace en línea a estas horas?
Es que para qué mierdas miras, ya te vale.

Un momento. A lo mejor te va a escribir. Claro. Es eso.
Tampoco puede dormir y piensa en ti.
Ahora te va a escribir. Sigue en línea.

Tú eres tonta.

¿¿Se ha puesto una foto de él con una tía?? A la mierda la calma, la paz, la dignidad y los libros de autoayuda y aceptación que cubren tus estanterías.
Ahora sí que sí.

Tía. TÍA. Que está con otra me cago en sus...

Esa central de emergencias que son tus amigas te sacan de los pelos y pagan los Martinis a los que tú, ya ni Italia, ni Rosso, ni el mismísimo Padrino que viniera a servírtelo.
Glamour cero.

Si lo sé no me pinto el ojo, menudo cuadro, debo parecer un oso panda.
Uno triste, muy triste. Y también muy borracho.

Chupito.
P'alante.
Le escribo tía. Que no seas pesada, que no.

Y toda tú en tu nube azuloscuranegranegrísima sigues viendo ese "en línea" y ya sabes, SABES, que no es por ti.
Y te reconoces jodida.
La que te queda por lidiar para olvidarle de verdad mientras echas de menos el olor de su pelo despeinado.

Que Dios te pille reubicada y los astros alineados.

Una piensa mucho mejor con el rimmel corrido, cuatro copas de más y tres meses de menos.

Qué asco de móvil, de whatsapp y de Instagram.
Así no hay quien pueda.

Que tampoco sigues tú muy fina, pero es que él, ÉL, él ya está con otra y tú aún sin poder pensar en nadie más.

Ni siquiera en ti que ya es decir.

Qué pases de él tía, que es un imbécil.

Tus amigas, sabias cómo ellas solas, lo saben, como siempre, desde mucho antes que tú, que nunca lo viste.

A la cama que o duermes o duermes, niña, te va a dar un algo, tienes que descansar.
Las amigas preocupadas.

En línea. Estaremos en línea.

No seas boba. No te merece.
Mañana. Mañana será otro día.

Sin duda. Otro día.
Sin ti.

Mientras te vuelves agua y me susurras.
Que aquella noche tú también fuiste conmigo.
Que qué pena de espacios cuando creamos universos.
Que ya no me echas de menos como ayer, porque ahora ya duele.
Que follas con otras pero piensas en mí.
Que estarás en línea conmigo para siempre.
Conectados.

En línea.

Inundada, de tu agua y tu susurro que salo por mis poros.

Para no sobrevenirme.
Y, por favor.
Poder sobrevivirte.
Del todo.