miércoles, 24 de julio de 2019

Mañana nos vemos


-¡Mañana nos vemos!

-Hasta mañana.

Doblas la esquina y cierras los ojos. Sólo un segundo. Respiras hondo. Malditos pájaros. Está amaneciendo. Date prisa. No quieres ver el sol. El cielo cambia de color. No, no mires hacia arriba. Camina. Piensa lo que quieras, pero no dejes de caminar.

Sabes que no soportas acostarte cuando ha amanecido. La piel de gallina. Escalofrío. El verano termina. Silencio. Sólo los pájaros y tus pasos. Clac, clac, clac, clac.
No deberías haber bebido tanto.
Ya sabes que te da por pensar cosas que te hacen volar. Y sabes que los demás no entienden que vueles. Sonríes. Recuerdas como te miran cuando vuelas. Vuelves a sonreír. Ya empiezas a volar. Una señora barre la puerta y te mira con condescendencia.

Buenos días.
Buenos días.

Te alegras del momento en el que decidiste no llevar reloj. Empiezas a notar movimiento. Caminas más deprisa.
¿Por qué siempre vuelves a casa el último? Ya te sabías esas viejas historias de siempre, podías haber tomado un par de copas e irte. Pero no. Y ahora está amaneciendo y empieza a hacer frío.
Podía habera aparecido en cualquier momento. La que vuela. Por eso no te fuiste. Por eso y porque cada rincón te recuerda a ella aunque solo la conoces en tus sueños. Por eso sigues saliendo, aunque no te apetezca, aunque estés cansado, aunque ya no te diviertas. Por eso regresas el último, por si aparece y te reconoce. Pero esta noche tampoco.

Saca las llaves, no tiembles. Ya queda poco. Sube las escaleras, no enciendas la luz. Por fin. Por fin en casa. 
Palpa las paredes hasta la cama. Te tumbas y todo da vueltas, la vida, la noche, la casa, el trabajo, los amigos …Pero ya la ves.
Al fin aparece, como todas las noches, en tu vuelo. Y todo se detiene.

Hasta mañana.

Mañana nos vemos.


*Fotografía: lil_skremo

miércoles, 17 de julio de 2019

Llorar mares y que se te queden dentro

Me siento conmigo en una silla de madera frente a un espejo que ocupa toda la pared.
Me miro cada mañana intentando conocer a la persona que se me refleja.

Hace meses comencé un proceso de reorientación.
Me había perdido durante un tiempo, en otros y en la vida.
Por supuesto, yo esto lo sentía pero no lo veía tan claro.
Empecé a soltar. Mi cuerpo empezó a soltar.
De una manera dolorosa pero inevitable, fui soltando, aún sin saber muy bien porqué.
A pesar de sentirme en medio de la tormenta en el desierto, más aún soltaba.

Sentirse sola y sufriente y materializar en este plano esa soledad es tarea titánica.
Muchas personas no lo entendieron. Otras ni lo intentaron.
Qué más daba. Yo sólo sentía que ya. Que hasta ahí. Que no sabía que venía luego, sí es que venía algo, pero que lo de hasta ahora no.

Para personas ultra sensibles como yo todo este proceso que ahora resumo deja el corazón flotando en el océano...llorando mares que se te quedan dentro...

Yo creo que muchos sabemos de lo que hablo.
Cada uno lo hace y vive a su manera, pero todos hemos llegado a un punto de "basta ya".
Para con nosotros mismos y para lo que escogemos con el resto.

A veces la vida duele.
Pero he comprobado que es más jodido cuando duele tanto que no puedes siquiera llorarla.
No me había pasado nunca.
Ese bloqueo durante meses, en el que el nudo interno no se deshace y apenas puedes respirar.
Y buscas mil maneras de que eso pase, que salga, de darle cauce...y no lo consigues.

Allí sigues con esa paralización que da el pánico, el asombro y la impotencia.
Es difícil de explicar cuando ya ha pasado.
Esa sensación horrible de culpa, de urgencia en transitar, de ya está bien, de no puedo más, de me voy a romper y deshacer y perder en el espacio...

Seguí, con ayuda amorosa de 4 personas contándome a mí, volví a levantarme de ese subsuelo en el que estaba atrapada.

Y un día empecé a llorar.

A llorar desde bien dentro y sentir que ese nudo se iba deshaciendo un poquito.
Habían pasado 8 meses. Y yo sentí que quizá sí iba a poder salir de ésta.

Hoy sigo mirándome con atención para no perder el foco, para poder reconocerme, para intentar recuperarme.

En ese espejo se me refleja una persona que voy conociendo día a día algo mejor.
En esa reconstrucción se perdió una parte de identidad, y no saberte a los 40 años, pues cómo contaros...desconcierta y da miedo, mucho miedo.
A días recupero confianza y solidez. Hago que me inunde la Luz de la vida y del Amor que tengo dentro y que me rodea.
Intento no olvidarme de mí y no perderme de vista, en el otro ni en mí misma.

Esta búsqueda del equilibrio es constante y requiere práctica. Yo lo sé bien y no lo olvido porque es prioridad en mi vida.
Me permito mis momentos, mis días, mis semanas. Y como todos, hago lo que puedo.

Estamos librando batallas en las que no siempre se está luchando, a veces se alza la bandera blanca y hay descanso y disfrute, ligereza y alegría.
Aunque cada vez todo está más mezclado.

Aún no sé quién soy en presencia y no sé si me conoceré del todo alguna vez.
Me miro con asombro cada día e intento quererme desde el mismo lugar de comprensión y compasión desde el que amo a los demás.
Cuando soy dura conmigo me pregunto qué le diría a una amiga, sí la apoyaría o la criticaría. Y saber que estaría con ella comprendiéndola me ayuda a quererme más bonito que antes, a rebajar las expectativas de suma perfección que a veces nos imponen/imponemos.

A mi niña interior, que no ha cambiado, le digo que la quiero y la comprendo.
Que sea pura como es, llena de alegría y luz,chispeante por la vida, con ojos limpios y tan abiertos...
Que no se avergüence de mostrarse, que siga ahí y no desaparezca aunque a veces la olvide.
Mi niña está conmigo y cada vez me da más paz.
Su amor es eterno e infinito como el universo, y su cariño un bálsamo milagroso.
La llevo en mí, la llevo en mi corazón.

Yo te quiero, yo te cuido, yo te amo, yo no te abandonaré.
Palabra de Amor.


*Ilustración: Llorar mares y que se te queden dentro, Paula Bonet.

martes, 9 de julio de 2019

Viajaré Contigo

Yo viajaré contigo.

Comeremos helado de vainilla en Verona a la luz de sus farolas y recorremos Venecia perdiéndonos entre gondoleros hartos de remar.

Viajaré contigo hacia el Mar y la Montaña.

Tomaremos baños desnudos de agua salada que nos purifiquen del pecado de sernos, y encenderemos chimeneas a la luz de las estrellas para calentarnos del frío que a veces da la vida.

Viajaré contigo, sobre todo, en el placer de tu cuerpo y en el dolor de tu sangre.
En la suma alegría de tu risa que me enciende.

Saberte en el recorrido de tus venas, de tus latidos, pum pum, pum pum.
Saberte vivo y a mi lado.
Saberte libre y salvaje.
Sabernos juntos y a salvo.

De terrores vacuos y miedos prestados.

Desarmados en la certeza de sabernos infinitos, en esta y muchas vidas más allá, confiando que allí donde estamos es el único lugar posible en el que pudiéramos estar.

Que no llegamos a nuestra vida por azar sino por Destino.

Que es uno y perfecto.

Como lo es el viento en tu pelo y la brisa del alma.

Que nos hace sonreír y seguir viajándonos, por el simple placer de recorrernos.