miércoles, 18 de diciembre de 2019

A mi Padre

Con tu Ser que me dio el aliento me reencuentro en esta vida.

Ante tu Amor que no sabías como darme, ni yo como recibir, me arrodillo humilde.

Me enternezco mirándote con los ojos del Alma.
Reconociéndote en que fui tú y fuiste yo
te siento dentro, más cerca que nunca.

Saber que nos elegimos por siempre, desde el Absoluto, me hace entender que nuestros corazones son uno y no mucho más.

Que compartimos esencia a pesar de la aparente diferencia.

Hace poco que empecé a vislumbrar muchos más colores en ti de los que nunca vi.

Eres extenso y amplio,
justo y generoso.
Explosivo e inocente.
Querido y amado.

Te noto, dentro de tu arcoiris, algo más cansado.

Las leyes de este mundo físico que bien supiste te mandan mensajes, ellas también, de sosiego y calma.

El chico de ayer es el hombre sabio de hoy, con tus manos arrugadas y el pelo más cano, mientras tus ojos siguen transmitiendo el brillo de aquel niño que fuiste y que sigue viviendo en tu interior.
Al niño que veo ahora cuando besa a otra niña que también eres tú.

Te me recoges tierno y poderoso ante la aceptación de una vida a la que has dado forma, sin pausa, durante años.

Me enorgullece como intentas llegar a lugares que antes no vislumbrabas siquiera.

Te pido perdón por no vernos de esta manera hace tiempo y aún así querernos.

Te doy las gracias por ser, por darme, por estar, por cuidarme, por elegirme, por amarme.

Por todas tus fuerzas en pos de lo que muchos no entienden como Amor.

Pero que yo sé que es el más profundo y hondo, el más callado y hacendoso.
El que se da desde el no saber, y que con confianza ciega y generosidad absoluta nos has regalado.

Te amo en esta vida y en otras, como siempre lo hice, con toda mi esencia, mi conciencia y mi corazón.

Que la Luz te inunde y te proteja.

Light & Love.

Lou


Ilustración: @muhammedsalah

jueves, 5 de diciembre de 2019

Ghosting (Crueldad Intolerable)

La gente desaparece.

El fenómeno ya súper conocido como "ghosting" que consiste en cortar cualquier tipo de relación, así haya sido virtual, desapareciendo de la faz de la tierra y de los mares, o su variante de dejarte en visto, es cada vez más y más habitual en esta sociedad.

La crueldad está servida.

Para generaciones enteras como las nuestras (nacidos del 72 al 84 especialmente, con su transformador Plutón en Libra) para las que las relaciones son algo de especial importancia esto no deja de ser algo, como mínimo, paradójico.

Deseamos conectar equilibrada y justamente, establecer vínculos cada vez de mayor calidad dependiendo claro está del grado de conciencia de cada uno, y aún así, plof: Casper en acción, (y no de gracias).

Se reabren una y otra vez las heridas del abandono, el rechazo y la traición, por nombrar solo algunos de los cimientos que se nos mueven sin contemplaciones y que nos obligan a mirar al mundo cada vez con unas lentes nuevas, a ver si así aclara la cosa.

Es un tema especialmente curioso.

Las nuevas tecnologías abren miles de posibilidades para establecer conexión fácilmente y, tambien, para cerrarla con la misma poca dificultad...

Todos, y digo todos, hemos caído en la trampa, o no tan trampa, de cerrar capítulo con alguien de una manera evasiva.

Entiendo las motivaciones que se tienen cuando sientes y crees que no te queda otra opción, por haberlo explicado de más y ser obviad@ (relaciones tóxicas y abusivas), y también en las que ha quedado claro de manera implícita por anteriormente avisos explícitos de que se estaban traspasando las "red flags" de nuestra integridad y dignidad, y que si quieres arroz Catalina.

Otra cosa es el hecho de la evitación como fórmula de vida.

Esto mismo leía hace poco sobre el "ghosting", con comentarios adicionales al respecto del público respetable, en los que, ojo al dato, la mayoría comentaba con orgullo el hecho de que si terminas una relación, del tipo que sea, pero aún más si es de pareja, carpetazo y asunto arreglado.

Bloqueo instantáneo de todas las redes sociales y p'alante.

Que así se sufre menos, que para qué ya en tu vida, que adiós muy buenas.

Perdón pero me pierdo entre tanta humanidad, vamos a ver, vamos a ver.

Se entiende que debe pasar un tiempo, que contacto cero en la mayoría de ocasiones, que estar incluso en redes sociales solo sirve para retroalimentar una fantasía o dolor que a saber cada cual, pero se me ocurre a la vez, que igual, solo igual, no vaya a ser la forma más adecuada de tratar a quién ha compartido tiempo y vida contigo, querid@.

Merecemos un respeto.

Y sobre todo, merecemos que nadie se comporte contigo como un objeto: mientras me has "servido" a mis fines, bien.
Si ya no me "sirves", te tiro a la basura.

Esto, desde luego, hace replantearse con la clase de personas de las que nos rodeamos, cómo no, pero es que es mucha, ¿eh?

Demasiada y del todo orgullosa de su acción para su bien, cuando algo me hace sospechar que en la mayoría de las ocasiones, faltan arrestos y sobran yoísmos mal entendidos.

Saber despedirse es tan necesario en relaciones y en la vida como saber presentarse, o incluso más.

Cerrar ciclos de la manera adecuada nos hace más humanos, más considerados, para con el otro, pero principalmente para con uno.

Porque contrariamente a lo que parece, el saber despedirse si así lo requiere ese momento de vida, al primero que beneficia es a ti, compañer@.

Al final no meter lo que no se quiere ver debajo de la alfombra favorece obligatoriamente a que se airee el ambiente convenientemente.

Lo contrario es, por decirlo burdamente, un escaqueo cobarde normalmente detrás de una pantalla, que alguien cree que le protege de vaya a usted a saber qué, y falta de ganas y motivaciones para ni siquiera explicarte con la otra persona, y viceversa.

Y si ahí no hay ni ganas, no se quiera nadie imaginar de la que se libra uno cuando esa persona que ha estado tan cerquita de nuestros corazones no considera que merezcamos el respeto y el cariño de dedicarnos una conversación, unas líneas, una despedida si procede.
Para no pararse a pensar que desaparecer es cruel, que puede dañar, que la persona se puede quedar inmerso en una duda, o en miles, para siempre.

Seamos valientes y justos con nosotros mismos y con los demás.

Seamos más humanos y no nos justifiquemos con mil excusas sacadas de la chistera para no enfrentarnos cada uno a lo que se nos hace difícil pero que, en el fondo, procede por corazón y por humanidad.

La pantalla no protege del dolor, como "ocultar" a las personas no hace que no existan o hayan existido.
Y si es un "modus operandi", esos duelos saldrán, y se repetirán patrones, y luego que de qué barro vienen éstos lodos...

No se puede huir toda la vida.
Y si se puede, no es una vida.

Hagámosla todos mejor y con más corazón.
Porque sino, te empobreces y menguamos todos.

Tratémonos con ternura, que al final...al final es de las pocas cosas que nos hacen ser seres humanos decentes y podernos mirar al espejo sin desviar la mirada, porque, amig@, el espejo sí que siempre devuelve una respuesta.

Procuremos que nos guste el reflejo de lo que somos y hacemos.

Con Amor,

Lou.

Light & Love.

Ilustración: @laura_waechter

lunes, 28 de octubre de 2019

Las Estrellas Frías

No te metas.
No te impliques.
No preguntes.
Aléjate si la cosa se pone seria.
Habla de ti.
Preocúpate solo de tu necesidad.
Escoge lo que mereces por tiempos y sigue pensando solo en lo que necesitas tú.
No escuches.
Que no te importe lo que te digan.
Que el YO gane al NOS por goleada.
Utiliza al NOS para tu beneficio.
Date palmadas de humildad.

Deja a los demás con la incógnita de tus acciones.
No expliques nada.
Evita.
Desaparece.
Apártate.

Apréndete toda la teoría y todas las técnicas.
Ponlas en práctica solo contigo.
No practiques la compasión, el interés y la comprensión más allá de ti mismo y tu mente.
El otro que se las apañe.
Que tus acciones no quiera el cielo que sean para bien común.
Ponte primero.
Y segundo.
De hecho quédate solo.
Para qué más.

Perdónate por todo (tú, tú, tú).
Date las gracias por todo (tú).
Ámate mucho (a ti, a ti a ti).
Siéntelo por ti.

No vivas en la gama de colores.
O blanco o negro.
O estás o te vas.
Escoge siempre la salida de la evitación.
Desaparece.
Actúa como un adulto.
Relaciónate desde la miseria emocional.
Qué no te duelan sus lágrimas.
Muestra desinterés.
Borra su pasado y su presente.

Haz que no existió.

Y después, justo después, explícame cómo se pasa por una vida en la que uno no cree, para salir indemne de lo no vivido.

Cómo se siente el haberse convertido uno en una estrella fría.


viernes, 4 de octubre de 2019

Portales

Sentada entre estas ruinas milenarias me encuentro en un silencio gutural.
Son las cuatro de la madrugada y las estrellas se presentan limpias en este paraje solitario.
Respiro mientras las lágrimas siguen resbalando por mis mejillas sin intención de contenerse y no dejo de pensar en como desaparecer de este dolor profundo y hondo.

Delfos se erige con su "Conócete a ti mismo"  y la frase que repetí por años cobra un significado distinto.
Me aporta cierta serenidad inmersa en la noche oscura y respiro profundo.
Miro al cielo e intento reconocer esos fluidos energéticos, sus sendas luminosas y me sitúo en lo que emerge como un portal.
Entre dimensión y dimensión hay unas grietas que hacen que se tenga que pegar un pequeño-gran salto para pasar de una a otra. En esos espacios se sitúan los portales.
Cada portal tiene sus propias normas y contraseñas.

Sucede también en este plano.

A veces crees estar en el mismo sitio que hace siete años y de repente, todo lo que te rodea es diferente.
Tú también eres distinto.
Parece salido de absolutamente nada.
Un día te acuestas y al día siguiente tu mundo es otro.
Ya no funcionamos con las mismas leyes que habías llegado a integrar como códigos.
Simplemente, ya nunca, ni tú ni lo que te rodea, volveréis a ser los mismos.
Hay que atravesar esas fracturas en la energía y dar el código de la nueva dimensión en la que, por fuerza, ya casi estás, para no caerte por esa grieta.

Me encuentro cansada.

La tentación de dejarse caer es grande.
Kundera lo llamaba "la borrachera de la debilidad", "el embriagador, el insuperable deseo de caer".
Nadie entiende, nadie comprende...que vivir percibiendo todas estas sensaciones puede resultar agotador.
La soledad es absoluta la inmensa mayoría del tiempo, tus cosas son tuyas, tus emociones inconcebibles para otros, tus lágrimas terminan pareciéndose al Mar.

Ya no le cuento a nadie quién soy.
Tampoco nadie lo pregunta.
Mi mundo y yo hemos dejado de estar en una dimensión pequeña pero reconocible.
Ya no sé para dónde voy si es que voy hacia algún lugar.

Me agacho en el portal y me pregunto si se puede seguir viviendo con ese silencio ensordecedor constante y no volverse loco.
Me abrazo a mí misma para notar que sigo viva y me quedo envuelta en esa postura.
Me despido de lo que ya no es y miro hacia delante.

Supongo que, sencillamente, echo de menos a mis amigos.


jueves, 19 de septiembre de 2019

Winter is coming

Pienso ahora en como nuestras vidas se entrelazan, suave o violentamente, para bien o para mal.

En este Enero pequeñito en el que estamos y al que llamamos Septiembre, observo como todos nos movemos cual hormiguitas, con algo de prisa y poca pausa, haciendo acopio de víveres y enseres para el frío que intuímos se acerca.

Era allá por finales de Marzo, cuando aún no llegaba la calor ni a mi frente ni a mi pecho, cuando intentaba salir poquito a poco a este mundo del que, como mi querida Mafalda, por fuerza me había bajado por un rato, sobrepasada de incomprensión y deseosa de calma.

Dicen que es muy fácil salir de este mundo para evitar que te hagan daño, pero que volver es complicadísimo.

Yo creo que las dos cosas son difíciles.

Apearse del vagón en marcha no fue sencillo pero sí obligado y lleno de dolor, pura supervivencia.
"Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo."

Y así sucedió.

Volver fue un acto consciente y voluntarioso, lleno de valentía, miedo y la fe del salto al vacío, con la confianza de que habría agua en la piscina a la que se saltaba, y que si no, ya la iríamos llenando cubito a cubito.

La verdad es que mucha agua no había, menuda sorpresa.

Tocó recomponer un mundo que ya no existía más que dentro de mí, trasladarlo fuera, con personajes apenas existentes.

Con miedo y cuidado, mucho cuidado, fui creando mi microcosmos, eligiendo delicadamente con quién intercambiaba energías y observando con cautela si eso mejoraba mi vida a corto y medio plazo.

Era una tarea complicada, y aún así, por fuerza, intuición y ganas, fue dándose un poquito de forma y consolándome de la desesperanza que había sentido meses atrás.

Crucé mi vida con personas, y éstas conmigo. Pocas. Bien. Pasito a pasito.
Yo, como casi todos, ignoraba donde me iba a llevar el siguiente paso, pero el caso es que me iba sintiendo en el camino.
Destino incógnita, pero caminando como Machado.

Dicen que en estos momentos cibernéticos estamos a un "click" de cambiar nuestra vida.

Y es totalmente cierto.

Ahora me doy ligera cuenta de dónde me han llevado pequeñas decisiones escogidas casi aparentemente por azar.

A cuidarme con conciencia, a conocer, a recuperarme un poco en mi centro, en quién soy yo por dentro y reflejarlo por fuera.
A compartir.
A acompañar y sentirme acompañada.
A vivir experiencias, de a poquito, que me guían en mi camino más íntimo y personal para mi crecimiento y evolución.
A sentir.

Me siento agradecida.

A haberme prestado toda la atención del mundo y seguir haciéndolo.
A atenderme en mi intuición que me sorprende con la magia de la sencillez de los resultados.
A los que hemos decidido acompañarnos y darnos cuidados, atenciones y cariño.
Por haber aparecido y habernos querido quedar.
Por tomar cada día esa decisión.
Porque eso nos haga sentir mejor, los unos con los otros.

A veces aún siento miedo.

De que esto pequeño que para mí es mi mundo y que mimo de la mejor manera que sé se me desmorone y no sepa cómo ni dónde se fue y ya no tenga ganas de volver a construir.

Son nubes que aparecen y me hacen ver lo humana que soy.

Que la posibilidad de la pérdida siempre removerá porque ya no se quiere sufrir más.

Aún consciente de que no todas las ausencias tengan que conllevar dolor, una se sabe para distinguir que algunas muy posiblemente sí.
Y que eso no son sólo apegos sino sentimientos más profundos de conexiones y vínculos más allá de lo tangible y mundano.

A los que no sabemos calibrar con exactitud la cantidad de provisiones necesarias para el invierno, la frialdad del mismo se nos antoja más compleja y mecánica.

Nos asombra como el funcionamiento automático de la vida hace al mundo despertar y buscar a Susan desesperadamente, a poder ser con kit de Batamanta y Netflix incluido.

Es humano y comprensible buscar el calor en el invierno.

Ojalá sepamos darnos a nosotros mismos primero ese cuidado y esa calidez para poder ofrecer a otros no solo una estufa maltrecha, sino un Sol brillante como verdadera fuente de luz y calor que nos alumbre y acompañe.

Porque así, el invierno es menos invierno y el verano llega desde dentro de nuestro corazón.


*Ilustración: Morgan Davidson

martes, 3 de septiembre de 2019

Épica Egoica


2019.
Una cena cualquiera, un restaurante más, una reunión social indiferente.

Durante casi 4 horas el 90% de las frases que salen de la boca de la mayoría de los comensales empiezan por la palabra más importante de los últimos 50 años.
¿Adivináis cuál?
Exacto.

"YO"

Alguien cuenta una anécdota, y el siguiente sigue con otra particular: " Pues yo esto" "pues yo aquello",  "pues yo opino" "yo os explico".

Pues bien.

Convenimos todos a estas alturas que para estar bien con los demás uno tiene que estar bien consigo mismo, que sino no hay tu tía.
Lo hemos aprendido muy bien por ejemplo  en la literatura y mensajes flotantes ya establecidos en la sociedad en lo que yo me permito denominar "Épica del egoísmo" o "Épica Egoica".

Me explico.

Toda esta literatura e información que nos llega de manos de supuestos expertos, algunos gurús, malos terapeutas, youtubers o instagramers, desde el New Age, al positivismo, lo espiritual, el autoconocimiento, la autoayuda, etc, nos ha hecho crear héroes sobre una sociedad y sus valores actuales que no sé yo muy bien si se ajustan a la realidad o más bien al buen deseo del bien sintiente.

El vacío de los que fueron ateos occidentales por descreimiento merecido en una época,  encontró su religión en la espiritualidad que vino del budismo y el hinduismo, donde no había Dioses estrictamente dogmáticos a los que obedecer, y solo había que seguir una máxima:

Amarse mucho.

Y así también amar a los demás.

Nótese que lo escribo separado por párrafos no por una cuestión formal.

Aquí está la clave.
Cada uno se frena en el mensaje en el punto que le da la realísima gana, y la mayoría, para desgracia de todos, se detiene en el primero.

Para qué más que amarse mucho a sí mismo, ¿verdad, amigos?

Cómo se observa, no es nada distinto del cristiano mensaje de:
Amarás al prójimo como a ti mismo.

Solo que oye, ya por entonces en los años 60 el vehículo del mensaje se quedaba rancio de tanto hábito que no hacía al monje, y la campaña de marketing de "Peace and Love"  fue fresca y novedosa en Occidente, aunque  esas enseñanzas y saberes con aires de Oriente sean milenarios y holísticos, triunfaron en aquella época de manera aplastante como maná caído del cielo en modo de nutrición del alma, simplemente porque son Verdades Universales, por lo que, obviamente, éstas calaron como ideas por sí mismas de puras maduras y sencillas.

Hasta aquí todo entendido, understood, continúe y desarrolle.

Parece ser que quien más, quien menos, limpia su armadura antes de salir de casa e incluso algunos para estar en ella.

Ninguna queja en ello.

Ya si limpiamos la cara de dentro de la armadura, chapeu ¿eh?

Pero venga, esto ya es nivel PRO, aceptamos barco, partamos de la armadura, respiremos y prosigamos.

Cuidarse y ser bonitos, querer dar lo mejor de nosotros a los demás es bello, loable, esencial, inteligente, humano.

Pero pasarse de darle cera a la armadura y venga trapo, más brillo, no brilla aún lo suficiente, espera que los demás se reflejen en mi armadura de lo que reluce, y que yo le pueda preguntar por las noches, armadura, armadura, quién es la más buena y mejor del reino...
¿Eso no es sospechoso?
¿Os suena de algo?

Porque yo me harto, HAR-TO, de encontrame personajes que bajo el halo de la "espiritualidad" llevan unas armaduras que ríete tú de Iron Man.

Que van de espirituales y de que han sentido un despertar, y que madre mía ya no son los mismos, y tú, ajá ajá, qué bien, estoy en esa onda, qué bonito que estos saberes universales estén penetrándonos ya en este plano de manera consciente, y de repente...PUM!!

Desde lo alto de su caballo y bien pegaditos a su armadura, rectos, erguidos y con lanza, te clavan la misma "in corpore vivo" si la ocasión lo merece para la consecución de sus objetivos y metas.

A mí me vais a permitir...esto es de bofetón con la mano abierta, así os lo digo.

Porque encima ahora con el argumento de la espiritualidad este tipo de gente, que es mucha, se "exculpan" de cualquier hacer dañino o no considerado, porque oiga, qué pasa, que me estoy queriendo a mí mismo, que yo primero, que yo medito, que yo leo a Ramiro Calle, que pongo frases de Coelho en Facebook y no me pierdo el último taller sobre cómo decir no, que yo controlo, que hay que soltar.

Que sus leyes y conciencia no solo quedan intactas sino que salen reforzadas por haber sido capaces, (ouh yeah), de que nadie se interponga en sus objetivos, qué bien me quiero, qué bien lo hago, así lo dice el Universo, Dios, Buda y nómbrame a cualquier otra deidad y seguro que coincide.

Hay una oda continua al Egoísmo disfrazado de Buenismo, que los tontos y los malvados no saben ni quieren discernir y separar.

Y yo estoy hasta el toto queridos.

De armaduras relucientes y egos enormes regados de nueva intelectualidad y elevación.

De malvados y malvadas que pasarían por encima de tu cadáver y a los que no se les movería una pestaña.

De quién va de amigo y compañero de camino y te suelta unas hostias que te caes de espaldas.

De los que te dicen que te follen y luego sonríen y completan con un guiño y un: pero en plan bien, ¿eh?

De quién utiliza la palabra, y parole, parole, parole, pero actos que son amores hacia los demas, pocos o ninguno.

De quién se ríe de la generosidad y la confunde con tontuna.

De quien te intenta dar gato por liebre.

De los que inventan para hacer que te lo creas.

De las manipulaciones disfrazadas de palabras dulces.

De quien solo piensa en él y dice que piensa en los demás.

De quién no te ayuda a levantarte sino que además si puede, te pisa.

De quien no escucha activamente y comienza todas sus frases con su palabra favorita: YO.

De quién es sordo testicular y emocionalmente, que no escucha lo que no le interesa ni le atañe.

Y todo con una sonrisa de oreja a oreja y coronados de incienso.

Pues que queréis que os diga.
Qué conmigo no.

Que yo a esta épica y estos héroes ególatras no les acepto como referentes ni les aplaudo.

Que no les quiero a mi lado porque ensucian mi entorno.

Que de mí lejitos.

Que no.
Que así no.

Que ojalá en algún momento lean la segunda parte de la frase universal y amen al prójimo.

Pero de verdad.

Con interés y generosidad esencial.

Y no este parapeto que han elegido,
para poder apoyar la cabeza en la almohada por las noches
y no morirse de pena.











lunes, 26 de agosto de 2019

Anhedonia

A veces me voy, como las olas, como el Mar que siempre vuelve.
Me voy porque me inundo del mundo que me abruma y me salpica de historias vanas o dolorosas y necesito, como el agua, retirarme de la orilla para danzar en mar abierto.
Hasta allí no llegan los barcos, en el fondo solo hay silencio y colores bellos y el horizonte está al alcance de mi mano.

Me imbuyo de arte para reconciliarme con la vida.
Música, imágenes, palabras ordenadas...

En el proceso de sístole y diástole que es la Vida a veces esas pulsiones llevan ritmos diferentes y hay que entrenar.
Para no quedarse atrás y para frenar cuando parece que hay que correr.

Ser un ser sensible me dotó de cientos de particularidades, como a tantos otros, acompañadas éstas de su correspondiente opuesto, y dependiendo del momento disfruto de algunas y remo con otras.

Me gusta sentir.

Disfruto cuando el Sol toca mi cara, cuando el agua de la ducha me limpia de un día denso, repiqueteando en la piel y salpicando la pared.

Me fascinan las tormentas de verano y acostumbro a que ocurran milagros en esos momentos a mi alrededor.

Adoro ser capaz de ver belleza en casi cada rincón del planeta y como me llega tan hondo que me funde con el Todo.

Me río cada vez que mi pelo hace cosquillas a mis brazos desnudos en el balanceo del caminar.

Cualquier olor despierta en mí un millar de sensaciones.

La voz de una persona me puede alegrar el día porque veo las vidas que hay detrás de esa vibración concreta.

Me penetra la Luz de un bebé en brazos, con su serena inocencia y su respirar ausente de miedo.

Lloro a mares porque siento que me traicionan o porque me siento abandonada y sin consideración hacia mi sentir.

Porque presencio un amor o una muerte.

Porque sé que tocan días y noches negras.

Me abrocho en abrazos sentidos, entierro mi cara en pechos que me abrigan y descanso en la energía del otro que se hace mía también.

Hago el amor con amor y con deseo.

Y me elevo hacia el infinito disfrutando de sabores, olores, sonidos, caricias y latidos.

Soy un alma en un cuerpo y por eso no me olvido de cuidar sus experiencias materiales también.

El olvido de la materia nos invisibiliza y nos transforma en seres incompletos que cantan mantras en solitario mientras se quema el Amazonas.

Cada vez estamos más lejos para tocarnos y más cerca para rezarnos.

Estamos pasando de extremo a extremo, de un excesivo culto al cuerpo y lo material a encontrarte seres que, alcanzados por el deseo de eternidad e iluminación, se olvidan del trino que nos conforma: cuerpo, mente y espíritu.

Se vive en lo etéreo y se producen desequilibrios.

Constantemente.

Creo que lo más complicado de esta vida terrenal es el equilibrio y encontrar personas que sean conscientes de ello.

A los que percibimos la vida principalmente a través de los sentidos se nos denomina kinéstesicos.
Ya los filósofos antiguos debatían sobre fiarnos o no de nuestros sentidos y de si esa percepción era la realidad en sí.
Para un kinéstesico no existe duda.
Por los sentidos se vive y de ahí se configura nuestra realidad.

Por eso, hay temporadas que una se sabe pero no se encuentra del todo.

Vive, un día tras otro, todo parece normal.

Empieza a asomar la monotonía, el cansancio y la tristeza.

Lo achacas a tus circunstancias, esas que te dejaron molida hace unos meses.

Es normal. Te dices.

Las emociones se están recolocando, aún estás tocada, tardan más en recomponerse de ciertos vaivenes.

Y pasan los días.

Algunos mejor pero casi todos peor.

Pero tú no sabes que es peor.

Tú solo estás.

Tu cuerpo mortal y tu espíritu aparentemente, está.

Hasta que alguien que te conoce bien te hace algún comentario sobre placeres terrenales:
lo bien que sabe esa comida,
la risa que le da tal chiste,
lo guapo que es aquel que acaba de pasar.

"¿Quién?"

Joder.

De repente te caen todas las fichas de golpe.

Desde cuando no miras a un hombre con ojos de deseo,
desde cuando no sientes tacto de nadie, desde cuando no disfrutas de la comida como lo hacías antes,
desde cuando no compartes sexo con nadie.

Coño.

Estás apagada, marchita, esa no eres tú, o no quieres serlo.

Anhedonia.

Es la incapacidad para experimentar placer, la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades.
Se considera una falta de reactividad a los estímulos habitualmente placenteros.

Y una ahí creyendo que eso era la vida, no recordándose de otra manera, rodeándose e impregnándose de pura superficialidad llenita de miedos y desconsuelo.

Hay mucha gente que vive en continua anhedonia y no lo sabe.

Creen que así es la realidad, como a veces sienten dolor, creen que es normal, que sí que sienten.

A veces se ríen.

A veces se acuestan con personas.

A veces creen que ese plato que les alimenta les nutre porque tiene sabor.

Pero no es verdad.

Es como la escena de Matrix.

Quién ha puesto este sabor al filete, quién me dio esa caricia que parecía real, quién me ha robado el mes de Abril...

Hay que tener ganas, fuerzas y valentía para salir de un estado de anestesia epidural.

Ojos abiertos y piernas dormidas.

La mente se puede volver loca intentando cacharlo.

Por eso saberse y recuperarse lo es todo.

Yo no concibo mi vida sin sentir.

Otras alegrías, otras penas, otras pieles, otros brazos, otros tactos...

Es darse amor y sentirse vivos.

Y el resto de las pegas mentales son más miedos y darse con medidas que otra cosa.

A mí déjame sentir.

Y si puedes, siente tú también.

Antes de que tu cuerpo no responda ni al cariño más bello,
con la intensidad que se merece.