lunes, 28 de octubre de 2019

Las Estrellas Frías

No te metas.
No te impliques.
No preguntes.
Aléjate si la cosa se pone seria.
Habla de ti.
Preocúpate solo de tu necesidad.
Escoge lo que mereces por tiempos y sigue pensando solo en lo que necesitas tú.
No escuches.
Que no te importe lo que te digan.
Que el YO gane al NOS por goleada.
Utiliza al NOS para tu beneficio.
Date palmadas de humildad.

Deja a los demás con la incógnita de tus acciones.
No expliques nada.
Evita.
Desaparece.
Apártate.

Apréndete toda la teoría y todas las técnicas.
Ponlas en práctica solo contigo.
No practiques la compasión, el interés y la comprensión más allá de ti mismo y tu mente.
El otro que se las apañe.
Que tus acciones no quiera el cielo que sean para bien común.
Ponte primero.
Y segundo.
De hecho quédate solo.
Para qué más.

Perdónate por todo (tú, tú, tú).
Date las gracias por todo (tú).
Ámate mucho (a ti, a ti a ti).
Siéntelo por ti.

No vivas en la gama de colores.
O blanco o negro.
O estás o te vas.
Escoge siempre la salida de la evitación.
Desaparece.
Actúa como un adulto.
Relaciónate desde la miseria emocional.
Qué no te duelan sus lágrimas.
Muestra desinterés.
Borra su pasado y su presente.

Haz que no existió.

Y después, justo después, explícame cómo se pasa por una vida en la que uno no cree, para salir indemne de lo no vivido.

Cómo se siente el haberse convertido uno en una estrella fría.


viernes, 4 de octubre de 2019

Portales

Sentada entre estas ruinas milenarias me encuentro en un silencio gutural.
Son las cuatro de la madrugada y las estrellas se presentan limpias en este paraje solitario.
Respiro mientras las lágrimas siguen resbalando por mis mejillas sin intención de contenerse y no dejo de pensar en como desaparecer de este dolor profundo y hondo.

Delfos se erige con su "Conócete a ti mismo"  y la frase que repetí por años cobra un significado distinto.
Me aporta cierta serenidad inmersa en la noche oscura y respiro profundo.
Miro al cielo e intento reconocer esos fluidos energéticos, sus sendas luminosas y me sitúo en lo que emerge como un portal.
Entre dimensión y dimensión hay unas grietas que hacen que se tenga que pegar un pequeño-gran salto para pasar de una a otra. En esos espacios se sitúan los portales.
Cada portal tiene sus propias normas y contraseñas.

Sucede también en este plano.

A veces crees estar en el mismo sitio que hace siete años y de repente, todo lo que te rodea es diferente.
Tú también eres distinto.
Parece salido de absolutamente nada.
Un día te acuestas y al día siguiente tu mundo es otro.
Ya no funcionamos con las mismas leyes que habías llegado a integrar como códigos.
Simplemente, ya nunca, ni tú ni lo que te rodea, volveréis a ser los mismos.
Hay que atravesar esas fracturas en la energía y dar el código de la nueva dimensión en la que, por fuerza, ya casi estás, para no caerte por esa grieta.

Me encuentro cansada.

La tentación de dejarse caer es grande.
Kundera lo llamaba "la borrachera de la debilidad", "el embriagador, el insuperable deseo de caer".
Nadie entiende, nadie comprende...que vivir percibiendo todas estas sensaciones puede resultar agotador.
La soledad es absoluta la inmensa mayoría del tiempo, tus cosas son tuyas, tus emociones inconcebibles para otros, tus lágrimas terminan pareciéndose al Mar.

Ya no le cuento a nadie quién soy.
Tampoco nadie lo pregunta.
Mi mundo y yo hemos dejado de estar en una dimensión pequeña pero reconocible.
Ya no sé para dónde voy si es que voy hacia algún lugar.

Me agacho en el portal y me pregunto si se puede seguir viviendo con ese silencio ensordecedor constante y no volverse loco.
Me abrazo a mí misma para notar que sigo viva y me quedo envuelta en esa postura.
Me despido de lo que ya no es y miro hacia delante.

Supongo que, sencillamente, echo de menos a mis amigos.